No me dejes partir, viejo algarrobo Levanta un cerco con tu sombra buena Átame a la raíz de tu silencio Donde se torna pájaro la pena Vengo de un mundo lleno de caminos Montaña, selva, mar, prado y arena ¡Traigo una sed de paz, tan infinita! Hazme un nido de amor para mi pena Yo siempre fui un adiós, un brazo en alto Un yaraví quebrándose en las piedras Cuando quise quedarme vino el viento Vino la noche y me llevó con ella Mucho tiempo te vi quieto en la tarde Nada cerca de ti, solo tu fuerza Tu balsámica sombra es como el beso Del aura vesperal sobre la tierra No me dejes partir, viejo algarrobo Que ya no sé decir: ¡Hasta la vuelta! Hay un río profundo que me llama Desde el antiguo valle de la pena Que en ti se anuden todos los caminos Con abrazo tenaz de enredadera Y no haya más rumor que el de la tarde Cuando pasa descalza por la arena