La tropilla que monto de "reservados", son de un pelo y tordillos como mis años. Y la yegua madrina más renegrida, que las penas que mi alma lleva escondidas. Las espuelas que yo uso pa' mis floreos, malambeando reluce mis zapateos. Sus rodajas ya no hincan porque yo pienso, es cobarde el que hiere los indefensos. Y los bastos que pongo de cabecera, cavilando me tienen la noche entera. Hasta que me sorprende la madrugada, abrazao de quien llamo mi peor es nada. A mi rancho le falta, y esto no es broma, una china que sea muy querendona. Porque es triste vivir, como quien dice, sin tener una prenda que lo acaricie.